La victoria pertenece al más perseverante.
Napoleón I
Hace unos años se dio en llamar al torneo de Wimbledon como “el Jardín de Federer”, debido a las continuas exhibiciones del suizo en las pistas del All England Tennis Club. Estos últimos días viendo las imágenes del Masters de Montecarlo pensaba en la absoluta supremacía que ha establecido Rafa Nadal sobre tierra batida y especialmente en el torneo de Montecarlo.
Si Wimbledon es el Jardín de Federer, ¿qué es para el español la pista central de Montecarlo? Viendo la toma aérea de la pista central se me ocurrió que el mejor apelativo seria “El balcón de Rafa Nadal”, un balcón al que el español se lleva asomando desde hace siete años de manera ininterrumpida, desde el que saluda al Mediterráneo en el que afianza sus puntos año tras año (Montecarlo, Barcelona, Roma, etc.).
Un balcón que le permite observar la temporada de tierra batida del circuito ATP con la suficiencia del que se sabe dominador, con la tranquilidad del que confía en su fuerza mental más que en la de su hercúleo brazo izquierdo, con la experiencia del que ha tenido que enfrentarse con todo tipo de dragones (internos y externos) y con la humildad del jugador que cada temporada pule un defecto a fin de no estancarse.
Un balcón que le permite observar la temporada de tierra batida del circuito ATP con la suficiencia del que se sabe dominador, con la tranquilidad del que confía en su fuerza mental más que en la de su hercúleo brazo izquierdo, con la experiencia del que ha tenido que enfrentarse con todo tipo de dragones (internos y externos) y con la humildad del jugador que cada temporada pule un defecto a fin de no estancarse.
Gracias al excelente trabajo de los profesionales del TDP hemos podido comprobar la extraordinaria trayectoria de Rafa en este torneo, en el que solo ha perdido una vez (a la edad de 16 años) y los diferentes rivales a los que ha tenido que derrotar (Federer, Coria, Djokovic, etc.).
Puede que la excelencia continuada de Nadal nos haga no valorar en su justa medida lo que está consiguiendo, si intentamos extrapolar los éxitos de Nadal en Montecarlo a nuestra vida diaria nos daremos cuenta de la dificultad de ser excelente en algo siete veces de manera consecutiva, no hace falta pensar en cosas muy elaboradas, piensen en cosas pequeñas del día a día, su trabajo o su vida personal, al menos yo no suelo ser excelente siete veces seguidas en casi nada. Y esa es la diferencia, ¿intento yo ser el mejor siempre? Con sinceridad, no. Sin embargo, cada vez que veo a Rafa Nadal pisando la línea de fondo creo que nunca tiene nada que reprocharse.
Un diez para Rafa y otro para Ferrer que luchó como un campeón. Gran partido.
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