lunes, 17 de diciembre de 2012

Un equipo en descomposición, un equipo sin alma.

El alma es un vaso que solo se llena con eternidad.

Amado Nervo

El ser humano es muy difícil de comprender de manera individual y aun más complejo dentro de una dinámica de grupo, solo así podemos empezar un análisis sobre la actual situación del RM. Dando por sentado que a ninguno de los futbolistas se le ha olvidado este verano como jugar al fútbol, se hace incomprensible el cambio de rumbo del equipo blanco… sin tener en cuenta las relaciones personales.

Las preguntas que el vestuario se debería hacer podrían ser, por ejemplo, ¿por qué un grupo de jugadores que hace un año perseguía la victoria hasta el fin del mundo, hoy no es capaz de mostrar la más mínima convicción en cruzar la calle para encontrarla? ¿Qué se ha hecho para que más de un 90% de los jugadores parezcan hoy peores que hace un año? ¿Por qué se ha pasado de ser un equipo de físico rutilante que ganaba asfixiando al rival, a un boxeador agotado que lanza golpes buscando impactar de cualquier modo? ¿Donde se ha instalado la disciplina táctica?

La impresión que dejó el equipo a su afición este domingo fue difícilmente empeorable. Ayer durante los 30 primeros minutos el RM jugó razonablemente bien, sin alardes. En los siguientes 15 mal pero aun así marcó.
En el primer cuarto de hora de la segunda mitad se impuso por empuje y se adelantó en el marcador. Y, lo mas preocupante, a partir de ahí jugó a no jugar. Hizo de la abulia su bandera y se fue alejando del partido hasta que le empataron. Eso es lo que nunca se puede permitir el RM.

Lo de menos es el resultado, este equipo ya no juega contra 19 equipos en Liga y otros tantos en las competiciones del KO, este equipo juega contra su historia y para recuperarse debería ojear en los libros más viejos de la biblioteca. Este equipo a pesar de ser el mas laureado no siempre ha ganado, se han vivido épocas de sequia y no siempre se han tenido los jugadores más talentosos pero, siempre se ha comportado como se le presupone, haciendo del afán de superación la piedra angular de su ADN. En una ocasión escuche a Carlos Rexach decir: “En nuestra época si el Madrid tenía mejor equipo que tú te ganaba siempre y si lo tenía peor, casi siempre”. Esto solo se consigue de un modo, siendo honesto con la camiseta que defiendes. Sabiendo que caerás y te levantarás, queriendo ser el rival a batir y no el rival abatido.

Ayer la imagen en el estadio era dantesca, goles en contra sin una sola nota de energía positiva para enmendar un error, minutos de relleno que no buscaban el gol sino el pitido final y una sensación angustiosa por demasiado pronta, de que este libro se acaba en el tercer capítulo. Ni el lector ni el escritor quieren llegar más lejos.

¿Divorcio a la vista? Puede ser ¿Fin de ciclo? No, esto no ha sido si quiera un ciclo, un ciclo lo marca el éxito durante más de 18 meses. La duda es ¿no quieren 25, no quiere uno o no quiere ninguno?

Ayer la grada no pedía excelencia ni lujo, solo pedía respeto a la historia. Demostrar al mundo que en los valores del equipo QUERER SIEMPRE HA SIDO PODER.

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