La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación.
Immanuel Kant
Según cuenta el Génesis Dios dedico seis días para crear el mundo y el séptimo descansó, es decir, el domingo pero… ¿qué es un domingo sin deporte en la tele? A cuenta de un twitter que publique el sábado (https://twitter.com/#!/Grada14) empecé a pensar como sería mi domingo ideal, un domingo imaginario con el mejor amigo que ha conocido todo aficionado al deporte, una buena pantalla de televisión.
Evidentemente, es un domingo irreal y soñado, mezcla del paso de los años y de haber visto cientos de retransmisiones deportivas de los más diversos pelajes pero solo pensar que pudieses existir un día así me hace casi babear, comencemos con ese domingo perfecto:
Me levanto y ha amanecido un domingo nublado y húmedo, de esos en que se huele la lluvia y no apetece salir de casa, de todos modos mejor así, mi sofá y mi televisión me esperan. Mientras espero que se haga la tostada enciendo la tv y oigo las voces de Ángel Nieto y Ernest Riveras describiendo metro a metro el circuito de Laguna Seca, nos hemos trasladado al GP de EEUU del año 2008. Minutos después mientras muerdo la tostada y bebo un poco de leche, Valentino nos regala una de las imágenes que llenaran los resúmenes de su carrera, en el archifamoso “sacacorchos” adelanta a Stoner y le mete una estocada moral al campeonato, vibro en el sofá y paso las últimas vueltas del GP pensando cómo ha conseguido no irse al suelo, lo intuyo, he visto un momento que pasara a ser un clásico. Rossi gana la carrera y besa el asfalto de la mítica y empinada curva, no es para menos.
Acaba la carrera de motos y decido hacer zapping, me encuentro con el GP de Mónaco, hay mas yates que coches y quiero estar en uno de ellos y ver como compiten Senna y Prost, Ferrari y McLaren respectivamente, (sí, hemos retrocedido unos 20 años pero es que mi tele me ha salido muy buena y en MI domingo hago lo que quiero ;-)). Recuerdo las mil y una anécdotas protagonizadas por Senna en Montecarlo y una vez más el brasileño gana por delante de mi admirado Prost. Han estado inmensos y me hacen desear apurar las curvas de Santa Devota y La Rascasse, da igual que mi coche sea un Ibiza, me veo traccionando a tope en Loewe y saludando al pasar por el Casino.
Visto como va el día y que es la hora de comer decido no cocinar (parece que no hay que perderse un minuto), después de pedir una pizza me doy cuenta de que en otro canal ponen el Tour y veo a un chico de Pinto, con mucho futuro según dicen, bailando sobre la bicicleta. Esta subiendo el Galibier acompañado por Valverde y dejando a Vinokourov fuera de juego, después de ver la facilidad con la que sube y la sonrisa limpia que tiene en la entrevista lo noto, es uno de mis deportistas, de esos que idolatro ganen o pierdan, lo que no se es que estoy viendo una de las primeras exhibiciones de un fenómeno que me hará disfrutar en decenas de victorias, es Alberto Contador y se empeñará en regalarnos rampas durísimas con su pedaleo fácil. Si el Galibier se ha rendido a su clase no habrá coloso que se le resista. De manera extraña noto que la etapa de montaña me ha dejado aún mejor sabor de boca que la pizza.
Con la tarde bien entrada la tele me transporta a la orilla del Támesis al mes de Julio de 2008, a uno de los iconos más clásicos del deporte mundial, The All England Lawn Tennis and Croquet Club, Wimbledon. Se enfrentan el Alfa y el Omega de los primeros años del siglo XXI en el tenis mundial, Federer vs. Nadal. Es un partido eterno, me agota, durante los innumerables juego dudo de Nadal las mismas veces que me levanto del sofá celebrando sus genialidades, la calidad del suizo se me antoja inimitable pero a la hora de la verdad Rafa mira a los ojos de Federer y sabe que ese es EL DIA, minutos después se tira a la hierba londinense para celebrar el titulo con el que soñó desde niño. No me lo creo, se ha acabado el partido y ha ganado, me emociono y creo que el guion lo han sacado de una tragedia griega, lo sé yo y todos los que no han visto, ha sido para muchos, el mejor partido de la historia.
Con la emoción aun en la garganta echo de menos el ruido de un balón botando contra el parqué, suerte que en otro canal oigo la inconfundible voz de Andrés Montes (D.E.P) contándome que la vida puede ser maravillosa y en unos minutos lo va a ser aun más. España domina sin piedad a una Grecia temible, las ventajas cada vez se amplían mas y el juego de la selección es inmejorable, lo veo yo en mi sillón del mismo modo que lo ve Pau Gasol sentado en el banquillo, los junior de oro con unos cuantos refuerzos lo han hecho posible, este país de bajitos domina los aros del mundo, hemos ganado todos los partidos pero dejamos lo mejor para la final, nunca había disfrutado tanto de una final mucho mas placida de lo esperado, veo a un equipo sobrepuesto a la baja del líder natural, un grupo capaz de todo, lo admito soy feliz y no me lo puedo callar, grito el nombre de España a los cuatro vientos.
Una vez calmado mi ánimo patriota me abro una cerveza, no tengo sed pero un momento feliz sin cerveza se me queda un poco huérfano. El día está siendo perfecto, ¿Cómo podría mejorar? Como es mi sueño solo puedo acabar de una forma. De nuevo mi tv me lleva unos cuantos años atrás, es una final y mi equipo es cualquier cosa menos favorito, sufro durante todo el partido con las ocasiones de los bianconeros pero llega el momento que nunca podre olvidar. Se ha parado el mundo. Grito y no me oigo, salto y no caigo para tocar el suelo, miro a mi padre a mi lado y sé que él tampoco se lo acaba de creer, es el minuto 66 de un partido jugado en Ámsterdam un 20 de Mayo de 1998 y hemos vuelto al primer plano de la Historia. Puedo perdonarle todo a Mijatovic solo por ese gol, esos segundos en que el balón salió de su bota y esquivó la frente de Paolo Montero. Fueron 32 años de espera y no volverá a haber un día como aquel. El árbitro pita y los ojos se me empañan, del mismo modo que seguirán empañándose por años al ver esas imágenes, ¿esto es la felicidad? Lo compro. No por bonito ni por heroico, sino por indescriptible, deseado y pleno, vencer siendo el mejor es glorioso, hacerlo inesperadamente tiene un punto aun más sublime.
Se ha terminado el día, estoy exhausto, no puedo más, tanto deporte no puede ser bueno para el cuerpo me digo a mi mismo con una media sonrisa, mientras apuro un merecido gintonic de celebración. Me voy a la cama, me lo he ganado.
P.D: Este es un día arbitrario, sacado de mis deseos y mis preferencias. Se me han ocurrido muchos más momentos inolvidables (campeonato del mundo de balonmano, oro olímpico en 1500m en Barcelona, etc.) pero no al nivel de lo anteriores para mi, algunos por tradición otros por trascendencia pero… ¿Cómo sería vuestro domingo deportivo soñado?
Grandisimo post... me he emocionado, fijo que se te pasó por la cabeza viendo la carrera de Mónaco de ayer, el final que pudo ser y no fue.
ResponderEliminarYo cambiaria el partido de basquet, por uno que no ganamos, pero que fue increible, la final contra EEUU en 2008, la del mate de Rudy en la cara de Howard, de los mejores partidos que he visto en mi vida.
y Añnadiria uno mas... yo pondria que soy ave nocturna y que despues del cubatilla hago zapping por que no me puedo dormir y veo esa final de la NBA con Jordan a punto de retirarse de los Bulls contra los mejores Utah de Karl y John, ese robo de balon y esa rodilla que tuvo que romperse en 7 trozos, para luego hacer el tiro en el que dios se hizo jugador de baloncesto.
Grande Norber. Un abrazo
Genial!
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