Todos tenemos sueños,
unos muy grandes son difíciles de cumplir, otros mas pequeños
están al alcance de la mano. Yo pude cumplir uno de esos pequeños
sueños gracias a la mano que para mi todo lo alcanza, la de
@LoretoDominguez.
Cuando uno baja del metro en la estación de Putney
Bridge y encara los verdes jardines de Bishop's Park, a la orilla
del Támesis, empieza a notar que no va a acudir a un simple
partido de fútbol y cree entender algo mas esa mística que rodea
al fútbol ingles. Pasados unos minutos rodeado de parte de la
hinchada cottager aparece en el horizonte la fachada que mas tiempo
lleva viendo fútbol, al final de Stevenage Road saluda con la
solemnidad que aportan los años Craven Cottage.
El estadio, que según reza uno de los carteles de
la fachada, es el hogar del Fulham FC y de todos los hinchas de este
equipo del oeste de Londres, emana un olor a historia y respeto que
te invita mas a calzarte un abrigo de paño y una boina gris al
estilo de los obreros de principios de siglo, que a hacerle una foto
con tu smartphone. Desde finales del siglo XIX lleva rodando el balón
por este campo, ojala perdure por muchas décadas mas.
Si uno busca grandes leyendas no es el sitio, si
busca la razón de por que el fútbol se ha instalado en el corazón
de tantas y tantas personas puede que encuentre varios motivos. El
Fulham no tiene una lista larga de jugadores que haya causado emoción
mas haya de sus gradas, sin embargo honra con respeto al mas grande
de su historia, Johnny
“The Maestro” Haynes. La estatua del que llego a ser capitán
de la selección inglesa custodia la esquina junto a la casa club del
Fulham y es lugar de peregrinaje y fotografía obligada para los
cottagers. Tuve la suerte de contemplar la imagen de un padre y su
hijo, de unos 8 o 9 años, hablando frente a la estatua del mítico
jugador. El padre, agachado para estar a la misma altura del niño,
le explicaba quien había sido y porque tenia una estatua para
terminar la explicación diciéndole que el abuelo le podría contar
mas cosas, fue una casualidad pero me pareció entrañable.
El partido que presencié fue lo de menos, gano el
Fulham al Stoke City por 1 a 0, el gol lo marco Dimitar Berbatov con
un preciosa volea que hizo saltar las 25.000 que poblábamos el
estadio. Seguro que pasados algunos años no recordaré a muchos de
los futbolistas que tuve a apenas unos metros pero no creo que se me
olvide nunca esa sensación, ese palpito, de que si pasas por la
noche por Stevenage Road y escuchas atentamente, puedes oír el eco
de los ánimos de los cottagers durante cientos de años gritando
“COME ON FULHAM, COME ON FULHAM!!!”
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